
“Una mañana de primavera, sin embargo, un tímido brote emergió de la tierra. Las primeras lluvias y los rayos del sol alentaron su crecimiento, y lo convirtieron en una planta verde y radiante que enrolló su tallo en torno al tronco del árbol cantor.
Este recobró parte de una lozanía que todos atribuyeron a la llegada de la primavera. Se le oyó cantar nuevamente, y la gente fue a visitarlo, como habían hecho hasta entonces, para escuchar la maravillosa música que producía.”
(Laura Gallego, Donde los árboles cantan)